miércoles, 30 de enero de 2008

Las de disney son putas finas

Quiero hacer una declaración pública y manifestarme contra una institución depravada, machista y psicópata: Disney. Sí, el mundo de la fantasía, ese, la casa de Mickey y el retardado del pato Donald. Estoy harta de que les vendan a las niñas inocentes sus ideales misóginos en los que todas las “heroínas” son retardadas mentales. Y eso que sí me gustaba Disney y era la fan numero uno de la bella y la bestia, pero la verdad es que Mickey es peor que Daddy Yankee y la Sirenita es más fácil que la amiga de todos. Siempre odie a las buenas de estos cuentos, desde que tenia 5 años rogaba que alguien le iluminara el cerebro al disque genio creativo que había hecho la historia. Rogaba que por una vez en la vida las malas ganaran, por lo menos ellas si tenían planes en la vida, una meta más trascendental que casarse con un buen y azul partido; las malas buscaban erradicar la cojudez del planeta, pero no, claro los ejecutivos del mundo de la fantasía no se lo podían permitir. Así que bajo los conceptos tradicionalistas y machistas del heredero del gran Walt todas las pobres defensoras de la verdad y la vida perecieron. Así la pobre Ursula (de la Sirenita) murió irremediablemente en el mar y fue desaparecida, ni sus restos quedaron para ser enterrados; la suerte de la bruja de Blanca Nieves no fue mejor, por favor la pobre era una mujer joven y bella. Su esposo murió irremediablemente y tuvo que hacerse cargo de una chibola esquizofrenica que hablaba con las ardillas y además el trabajo de bruja de cuento no debe ser fácil, mucha química y mal sueldo.¿Creen que la vida de estas mujeres era fácil? NO. Las suyas son verdaderas tragedias. Pero claro todo el mundo favorece a las “buenas”. Por ejemplo la sirenita. Por favor, la mujer abandonó a su padre viudo, a sus hermanas, a su mejor amigo (un pez gordo) a todos, y ¿Por qué? Por un hombre que ni la había visto. No había hablado con el ni una sola vez en su vida y decidió retirarse de su casa sin decir nada, convertirse en mujer y irse a calentar al príncipe. Y miremos a otro caso, Blanca Nieves. Se escapó de su casa, se jileo a un leñador para que no la matara (solo eso fue inteligente) y se fue a vivir con siete enanos indecentes. La muy fácil dormía con los 7, y por favor mujer anda de uno en uno note acapares a todos. Y esas son las mujeres ejemplares e iconos de una institución mágica. Iconos de una sociedad consumista y que a veces pone a la imbecilidad como fin supremo del ser.

domingo, 27 de enero de 2008

La princesa de la nieve

Había una vez, en un país lejano, una princesa que carecía de nombre y de título nobiliario, pero que poseía todo el poder y el dinero que deseaba. Fue criada en medio del derroche, la opulencia y la desvergüenza y sus deseos siempre fueron cumplidos al pie de la letra. Vivía como nadie en su ciudad bizarra y llena de contrastes lo hacía. Viajaba, compraba y derrochaba como nadie. Siempre fue envidiada por su cuerpo, su cara, su casa y su plata. Porque para los demás ella lo tenía todo. Y es que desde afuera todo se ve diferente, todo se ve borroso y cambia de forma.

Su padre, el rey, poseía un imperio ilegal que se alimentaba de los sueños rotos y su séquito estaba compuesto por los súbditos de la sustancia que ofrecía. Él comercializaba con las esperanzas y la desesperación de los desafortunados que alguna vez creyeron que en la nieve, como el rey la llamaba, se encontraba su salida. Era un hombre corrompido por el tiempo y las situaciones, desquiciado e infiel a todo en lo que alguna vez creyó; sus valores, su esposa y sus verdaderos sueños. Su matrimonio había empezado por algo parecido al amor, pero que realmente era obsesión, conveniencia y soledad. La pasión que había entre los dos se fué rápido y quedaron los problemas. Y así la historia que empezó con un sí acepto terminó con una total indiferencia, con un vació y sin palabras. Sin embargo ninguno de los dos se atrevió nunca a separarse del otro, talvez por dependencia o por conservar las apariencias

La reina, por otro lado vivía encerrada en un mundo de tarjetas doradas, viajes a países todavía más lejanos que el suyo, antidepresivos, y fiestas reales. Ella sabía muy bien que no tenia nada, por eso se refugiaba en la frivolidad y el derroche, para por lo menos poder aparentar que lo tenía todo.

El palacio real se encontraba en una colina desde la cual se podía ver todo el “esplendor” de la ciudad de los sueños rotos. Un lugar de apariencias, y vidas compradas, un lugar en el que todo se vende, en el que se trafica con el amor, las esperanzas y los sueños. Para sus habitantes todo tenía un precio y todo era negociable y desde sus mansiones de hielo se decidía y controlaba el destino de los supuestamente menos afortunados.

Su entornó convirtió a la princesa en un ser de hielo, esculpido por las circunstancias y diseñado para destruir. Ella era el estandarte de la falta de amor, el cual siempre buscó pero jamás se atrevió a pedir. Al comienzo era un ser melancólico y triste, pero luego se endureció y se puso una máscara de fiesta, la cual ocultaba su verdadero rostro. Su terrible tristeza fue reemplazada por un vació inmenso que a veces perturba más que el peor de los dolores. La mariposa social tenía incontables amigos de alquiler (frenemies), de esos que se van cuando estas mal. Aprendió a reemplazar el amor por el placer y la amistad por la conveniencia.
Poco a poco se fue convirtiendo en un arma de destrucción y su principal blanco era ella misma. Pero era conciente de su situación, por eso cayó en la nieve y el alcohol, por decisión propia, porqué los vio como un refugio y como una fuente causantes de amnesia temporal. En ese momento se desencadenó su tragedia, la cual ya se había estado planeando desde el día en el que nació. Empezó a consumir la blanca sustancia porque esta por lo menos la hacia sentir algo por una fracción de segundo. Su adicción la llevo a limites, los cuales nunca se imagino que seria capaz de cruzar.
Su romance con la nieve fue corto pero intenso, y luego hasta le fue infiel a su primer y adictivo amante, ya que en un punto ya ni esta le hacía efecto. Se inyectaba, inhalaba, aspiraba y hacia de todo para sentir algo. La princesa trató de acabar con su destrucción progresiva y resucitar de las cenizas pero ni el dinero, ni su pequeña voluntad pudieron rescatarla, talvez ya era demasiado tarde o puede ser que se haya dado por vencida antes de luchar. Talvez, inconcientemente, su objetivo era autodestruirse y acabar de una vez por todas con su frívola existencia
Un día su cuerpo se resignó y decidió dejar de luchar contra su locura y la abandonó. No tuvo ni el tiempo ni la conciencia para despedirse del mundo helado que tan mal la había tratado.
A pesar de la indiferencia con la que la crió; el rey de la cocaína y el narcotráfico sufrió la desgracia de Blancanieves y se arrepintió porque sabía que él y su imperio eran los principales causantes de su tragedia. La reina al enterarse del ocaso de la chica se dejo consumir por las pastillas. Todo porque en su mundo de apariencias nunca les habían enseñado como demostrar amor, a pesar de sentirlo.

Así se derritió la princesa de la nieve, poco a poco, hasta que un día desapareció dejando un charco hondo en el que toda la familia se hundió por la culpabilidad, la impotencia y la soledad que ya no podían disimular. Porque sabían que a pesar de tener todo el dinero del mundo y de poseer el mayor imperio blanco del país realmente no tenían nada de lo que habían soñado. Así el rey de los sueños rotos fue destruido por la sustancia con la que él mismo acabo antes con tantas vidas. Muchos de sus cómplices fueron encerrados en jaulas de oro, pero él no, porque realmente su peor castigo era seguir en el mundo de afuera, atado para siempre a un oficio que ahora maldecía.
Y así acaba una historia que empezó por la adicción al poder y terminó con el vacío que este causa. Sus personajes congelados fueron llevados a extremos por las circunstancias y por sus decisiones erradas, las cuales terminaron por destruirlos a todos por igual.

martes, 22 de enero de 2008

Pesadilla en santo Toribio street: El colegio

A los 5 años me llevaron sin previo consentimiento mío a una cárcel pintada con colores pasteles. El encerramiento avalado por mis padres duraba 8 horas diarias. Me he obligaban a levantarme a horas infrahumanas en las que solo los enfermos mentales y los trabajadores autómatas y absorbidos por la vorágine social están despiertos. El lugar estaba custodiado por unos espectros femeninos vestidos a la moda pingüino, quienes vigilaban de cerca a las reclusas. En esta cárcel de paga y de buen nombre todo estaba delimitado: la hora de ingerir alimentos, la manera de vestirse, la forma de hablar, la pluma con la que se escribia, todoooooo. Los lunes nos hacian formarnos en la intemperie para entonar un cántico satanico en un idioma proscrito, luego ofrecían sus alabanzas huecas a un disque ser superior. Nuestros pensamientos y comportamientos estaban reglamentados, codificados y eran ampliamente vigilados por las enviadas del infierno. Trataban de convertirnos en corderitos sin cerebro, en ofrendas vivientes a sus más sordidos placeres y deseos de poder. Era triste ver como diariamente miles de alumnas aceptaban en silencio su futuro y hasta alababan a sus captoras educativas. Pero siempre existen rebeldes que se oponen a la tradición y al orden establecido. Por eso puedo asegurar que me divertí mucho jodiendo la vida de las autoridades de aquel antro del supuesto saber. Hacer exactamente lo contrario a lo que me decián paso de ser una costumbre a mi razón de vivir. Obviamente no estaba sola, me acompañaba un grupo de violadoras de leyes. Juntas copiabamos, protestabamos, corrompiamos a los corderitos y haciamos cualquier cosa para que las perras esas no pudieran más con sus vidas. Obviamente cual juana de arco en el siglo 20 tuvimos que soportar la hoguera mil quinientas veces, eramos quemadas en público semanalmente y se les decía a nuestros padres lo mierdas que eramos. ¿Importaba? NO ¿Jodía? SI Y MUCHO. Pero igual seguimos hasta que un día nos dimos cuenta que nuestra condena de 12 años estaba por terminar y no sabiamos si llorar o cagarnos de risa. El último mes de colegio chupamos todos los días, realizamos juergas diarias en los salones y les rompimos los huevos a las profesoras como nunca. Nos robamos banderitas, placas de las clases, cuadros a la virgen, haciamos globitos con condones, y hasta activamos la alarma contra incendios. Por eso ahora cada vez que me acuerdo del colegio tengo sentimientos encontrados, porque es el lugar en el que más me diverti y el que más putee. Es el lugar al que me obligaron a ir y al que en algún punto del tiempo me acostumbré. Por eso ahora lo extraño, sigo viendo a las del grupo con las que quebrabamos leyes pero ya no es exactamente lo mismo, ya no tenemos cuartel de guerra y combates con otras protagonistas se libran en aquel verde campo de batalla. Así que si alguien lee esto y todavía está en el colegio les digo: Disfrutenlo mierdas y jodan como si fuera el último día de sus vidas, porque lo peor que les puede pasar es que los griten o los castiguen pero esas cosas jamás se olvidan, y sí el colegio es de las mejores épocas, pero no si se convierten en corderitos lame culos.

miércoles, 9 de enero de 2008

Alucinaciones de un alma que no quiere ser salvada

Ella quiso tener miedo, pero no pudo sentir nada. Trató de llorar por su tragedia de princesa negra, pero no lo logró. Se pasaba 9 horas semanales recordando cosas tristes y viendo fotos de familiares muertos, y ni una sola emoción. No pestañaba por 20 minutos pero no le salía ni una sola lagrima. Estaba oficialmente seca, vacía, podrida por miles de sesiones repetitivas de ahogamiento en vasos de agua (la única rutina que había logrado seguir al pie de la letra) , aquellos vasos que ,para bien o para mal, ya se habian quedado sin agua. Ella se reía mil veces , sonreia con una mueca ensayada 16 horas al día, sin sentir nada, sin que su mujer interior se inmutará. Ya se había resignado a la eternidad arida de su futuro, y hasta la habia aceptado, se habia acostumbrado a vivir en el sahara, pero se negaba a mostrarlo al mundo, por eso fingía y trabajaba incansablemente para que los demás vieran la vida que había en ella, para que creyeran que era el bosque, la madre naturaleza, la chica más feliz de la tierra. No se acuerda cuando dejó de sentir, sabe que lo hizo alguna vez y lo recuerda pero ya no es capaz de provocar esa sensación. No sabe cuando el vacío terminará, eso lo decedira un ser supremo, si es que existe, o talvez solo pasará por casualidad, por necesidad, por piedad.