sábado, 27 de octubre de 2007

Una infantil mirada a la muerte: Una breve historia del terrorismo

Tenía solo 4 años, pero me acuerdo de esa noche, por supuesto los recuerdos no son totalmente claros, pero sí muy intensos. Las cosas fuertes siempre se quedan grabadas. Vivía arriba de la casa de mis abuelos, en un pequeño departamentito construido por mis padres. Mi habitación estaba muy cerca de la de ellos. No me acuerdo mucho, solo de un sonido fuerte y el ruido de las ventanas de mi cuarto estallando en pedazos, burlándose de la pequeña cinta en forma de X que le habían puesto encima. Según me contaron, mi papá me había sacado unos diez minutos antes de la cama y me había llevado a su cuarto. Pero extrañamente según mi versión de los hechos, yo estaba en la cama cuando la ventana explotó, porque tengo recuerdos de haber caminado sobre los vidrios hasta salir del cuarto. Cualquiera sea la verdadera versión, no me pasó nada. Cuando alguien dice la palabra terrorismo inmediatamente varias imágenes vienen a mi cabeza. Me veo a mí sentada en la sala de la casa encima de las faldas de mi abuela, ella me consuela, me tranquiliza, me dice que no va pasar nada, pero igual tengo miedo. La radio está encendida y todo esta a oscuras, solo una lúgubres velas alumbran el espacio. La puerta está entreabierta, un tío grita cosas afuera. El sonido de las bombas, sirenas. Silencio.

Ella, la misteriosa

¿Quién es ella? Yo no lo se, creo que es algo así como mi alter ego, mi yo literario. Ella es parte de mí, pero también vive en cada mujer. Es parte de una cultura globalizada. Es mi forma de ver el mundo. Habla de quien quiero ser, de la imagen que quiero proyectar. Ella es la protagonista de cada una de mis historias y de cada cosa que escribo. Son mis experiencias, mis marcas, mis cicatrices. Ella es la gente que conozco, las cosas que cada una de estas personas imprimieron en mí. Ella lo es todo y a la vez no es nadie.

viernes, 26 de octubre de 2007

A veces se acaba

El debió haber estado con ella para siempre, hasta el fin de los días. Pero eso no pasó, él se fue yendo poco a poco y ella no hizo nada para que se quedara. Y así la historia que empezó con un sí acepto terminó con una total indiferencia, con un vació y sin palabras. El no la merecía, pero ella no se dio cuenta antes, o talvez ella cambio y se volvió, sin darse cuenta, inalcanzable. El no luchó, se dejo vencer sin nada de resistencia, mas bien parecía que luchaba contra si mismo y la separaba todavía mas. El final fue sangriento y lo que había sido una familia se convirtió en el campo de batalla de lo que ahora eran dos desconocidos que habían salido a matar y a derrumbar todo lo que había junto a ellos y lo que con tanto esfuerzo los dos habían construido. No hubo muertos pero si varios heridos incurables, heridos que llevarían marcas de por vida. Algunos lucharon activamente en la guerra otros no, pero igual fueron victimas de la ruina. Muchos se levantaron con sus heridas y con una satisfacción que trataban de disimular por haber salido vivos y por que seguían teniendo esperanza y amor por lo que tenían y por los que a pesar de la destrucción se habían quedado junto a ellos.

Abajo los buenos


Lo acepto; soy masoquista. Descubrí hace poco que me gusta ser maltratada psicológicamente. Todavía no entiendo porqué, si yo siempre me jacte de ser feminista, luchando toda la vida por los derechos constitutivos de las mujeres y siempre defendiendo el Girl power. Yo, que me creía casi Juana de Arco, hoy descubro que sí me parezco a ella por que las dos tenemos problemas psicológicos graves. La mayoría de mujeres viven quejándose de los hombres, de sus infidelidades, sus excesos, sus traiciones, en fin vivimos diciendo que son unos bichos asquerosos, pero mi problema últimamente era otro. Siempre decía ay lo que pasa es que tengo mala suerte, ahora me doy cuenta que no era mala suerte, era que yo los buscaba así. Después de una fila de hombres tipo malo de novela mexicana, por fin me toco un atípico buen pata. Un chico responsable, honesto, que me quería, me valoraba y demás adjetivos tradicionalistas que definen lo que es un buen novio. Pero ahí no acaba la historia, si no seria muy simple, y conmigo las cosas nunca son simples (mejor, obvio). Me harte al mes del señor bondad (en verdad me canse a la semana, pero le corte la cabeza al mes y medio) y termine con sus expectativas amorosas después de un mes de fingir que lo quería con pasión y locura o que por lo menos lo soportaba. Y no, no fue para vengarme de la raza masculina. Fue por que me estresaba, me obligaba a verlo, a contestarle el teléfono (después de 9 llamadas), a llamarlo a ver si todavía estaba vivo. Y hoy pido a gritos un desgraciado como los de antes, y es que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Talvez los elijo así por son los que mas cosas te hacen sentir, me encantan los extremos, me encanta estar afanadísima por alguien, y aceptémoslo cuando te dan todo en bandeja te aburres y te cansas de tanta abundancia o talvez simplemente es que este chico en particular no era para mí. Pero aunque sea solo este chico y no todos los buenos en general quedé curada por un buen tiempo de ellos. Simplemente quiero emoción en mi vida, tengo 19 años y no busco un hombre para casarme. Así que todavía puedo seguir degustando de los hombres malos, porque me gustan y porque me da la gana. Lo que puedo hacer es simplemente no comportarme como la típica cojuda que los pendejos cagan, voy a ser una chica mala.

rojo sangre

Ella se cayó y él se negó a recogerla. Nadie limpió el desastre que dejó en el piso. Todos se fueron sin voltear la mirada para ver lo que dejaban atrás y ahí se quedó ella, tirada en un mar de dudas, de sueños postergados, mirando la macabra escena que componían sus propios restos.