Cuando éramos niños siempre hacíamos lo que decía Simón. A esa edad no nos imaginámanos que ese sería un preludio de una vida de sumiso sometimiento. La mecánica era sencilla. Alguien daba ordenes y decía; Simón dice tócate la nariz y los incautos infantes debían acatar la orden de inmediato, si no se decía Simon uno no debía reaccionar. Ahora me doy cuenta de que talvez esta práctica no era tan inocente como parecía, qué me iba imaginar yo a mis 4 años que la vida nunca dejaba de decir Simón. ¿Es posible que esta actividad haya sido ideada para prepararnos para lo que se vendría después? ¿Puede haber sido creada por un genio criminal y estandarizador? Talvez como se me ha hecho costumbre, estoy exagerando pero sea como sea un buen entrenamiento fue. Quien no acataba la orden y no realizaba la acción precisada perdía y era obligado a salir del juego, igual que en la vida real, donde si no acatas las ordenes eres definitivamente separado de la sociedad, señalado como un outsider, visto como diferente. La sociedad grita sus ordenes a diestra y siniestra delimitando nuestras vidas, nuestras acciones y hasta nuestros pensamientos. Este Simon no acepta un no por respuesta. Nosotros los corderitos hacemos lo que s enos dice hasta que nos estandarizamos, perdemos el brillo, la omnipotencia que antes de jugar el juego teníamos y nos volvemos como todos. Nos acostumbramos tanto a seguir las ordenes de Simón que somos nosotros mismos quienes condenamos a quienes porque no quisieron, no pudieron o no escucharon las ordenes del dictatorial Simón. Así relegamos a los diferentes, a los autonomos, a "los otros", talvez por envidia ya que no nos atrevemos a dejar de hacer lo que nos grita Simon.